Conversación Museo experimental El Eco
RE_VISTA 04 MUSEO EXPERIMENTAL EL ECO
“Urbanismo resiliente y elasticidad plástica”
Editor invitado: ORU Oficina de Resiliencia Urbana (Elena Tudela, Carolina Crespo, Bernal Pérez, Isabel Palacio-Macedo)
Ramiro Chaves, Daniel Daou, Departamento del Distrito, DOMA Adriana David, Macia Studio
En su obra, Mathias Goeritz abarcó la pintura, la gráfica, la escultura y la literatura, demostrando así una gran elasticidad de la práctica artística. Sus piezas existieron más allá de los muros de los museos y, en ocasiones, se convirtieron en esculturas habitables, integrando el arte al entorno urbano. Este tipo de acción artística urbana representa una oportunidad para las ciudades contemporáneas.
La propuesta editorial para este número de la revista El Eco se centra en pensar la ciudad actual como si la pensara Mathias Goeritz, apelando a lo emocional y expandiendo la expresión artística a lo cotidiano e infraestructural como posibilidad para concientizar y visibilizar respecto a nuestra relación con el medio ambiente. A lo largo del tiempo, los seres humanos hemos construido una inmensa y rica historia que ha moldeado nuestro planeta a partir de los recursos ambientales y culturales disponibles. La relación entre entorno construido y natural requiere reformularse para mitigar y adaptar nuestras formas de vida a las condiciones y riesgos actuales. Las crisis a las que nos enfrentamos hoy ponen en evidencia una desconexión entre los valores y prácticas urbanas de sus bases ambientales. Esta condición ha conducido a un incremento del riesgo y de la vulnerabilidad de comunidades humanas y no humanas y exige un incremento en la resiliencia, entendida como la capacidad para resistir, asimilar, recuperarse, aprender y subsistir choques y tensiones manteniendo funciones básicas que permitan fortalecerse ante eventos adversos futuros.
Este número de la revista busca destacar la relación que tienen el cuerpo, la experiencia y la conciencia con la interfaz urbana y el espacio público para fomentar una apropiación del espacio por sus ciudadanos con una perspectiva de valor ambiental. Pensamos que se pueden resaltar principios de empatía y cuidado del otro desde la experiencia urbana cotidiana, reconociendo la pluralidad social y ambiental en la que nos desenvolvemos. De esta manera, este número propone provocar reflexiones sobre estos temas desde una interpretación de la forma de pensar de Mathias Goeritz, con el fin de promover mejores condiciones de justicia socio-ambiental en la cotidianeidad urbana.
Para ello, consideramos importante visualizarnos como parte de los sistemas naturales, hacer frente a la complejidad como contexto e incorporar la resiliencia como la capacidad indispensable para adaptarnos y aprender ágilmente en condiciones dinámicas. Todo ello está presente cada vez con mayor fuerza en el discurso contemporáneo pero no se reflexiona suficiente aún respecto a sus implicaciones en el arte y en la experiencia urbana general. Proponemos que el juego y la actitud lúdica que estuvieron presentes en la práctica artística de Mathias, particularmente su escultura urbana, ofrecen oportunidades para abordar el tema de integración urbano ambiental desde una perspectiva de resiliencia en nuestros contextos urbanos. El espacio público y las áreas verdes, si se abordan como infraestructuras colectivas, pueden cumplir múltiples funciones a la vez, incluyendo la expresión artística, la intención lúdica, la apropiación social y el refuerzo de valores ambientales.
Reflexión colectiva con participantes invitados
Propuesta de “Actos Resilientes”
Elena: Creemos que no puede haber una sola manera de hablar de resiliencia o de hablar de la ciudad el día de hoy y de todos los temas que se han puesto hoy sobre la mesa. No puede haber una sola manera de inspirar a otra manera de relacionarnos con nuestro día a día. Jesús, no sé si quieras comentar algo, si tienes algún comentario general, o si abrimos micrófono. Pero, después de todas las pláticas que hemos tenido, creo que muchas cosas se vinculan con ellas.
Jesús: Coincido totalmente, hay una diversidad magnífica y a la vez creo que hay muchos puentes de relación entre toda ella. Lo que me resulta a partir de esto es que se trata de ir explorando cuáles son estos nodos en donde están respirando puntos en común. Por ejemplo, ahorita lo último que veíamos, la intención por hacer milpa es al final un regenerar narrativas que, como entes urbanos a veces pues no propiciamos del todo. Me estoy dando cuenta de cuál ha sido mi participación en ese sentido y, a la vez, lo espejeo con la posibilidad de salir a la calle y vivir la experiencia como una acción tal cual del cuerpo y enfrentarme, no solamente a la información que recibo de una manera abstracta y de una manera intelectual, sino, recibirla y corresponder con el cuerpo a partir de su input. Entonces, sí, creo que muchas de estas propuestas, de estos actos, están ahí para hablarse y para dialogarse. Para dialogar entre ellos. Entonces, básicamente, quisiera que se abriera esa conversación. Le quiero decir nada más a Daniel que sus Placeres Culposos me hicieron pensar en un juego de palabras: los Placeres Pulposos. Pienso mucho en que ese proyecto tiene que ver con exoesqueletos y con estas estructuras en donde nos movemos. Eso y un poco el misterio del cual hablabas, Ramiro, me hace también pensar en cómo podemos abrirnos a nuevos mitos sobre México. Creo que ahí hay más. El preguntarnos por qué hacer algo nuevo o qué queremos hacer de nuevo, tiene que ver mucho hoy en día con renovar nuestros propios mitos. Eso no es una sentencia, es solamente una idea que suelto, ahí, al aire.
Elena: Gracias, Jesús. Pues adelante, mis queridos participantes, no sé quién quiere comentar.
Francisco: Pues yo tengo un comentario general que, por lo menos a mí, me hace sentido. A ver si les hace sentido a ustedes. Creo que no tiene que ver con el pedimento, necesariamente, del acto resiliente, creo que es más bien una cuestión del tiempo que estamos viviendo, pero coincide muy bien, evidentemente, con el acto resiliente. E incluso el pedimento, el acto resiliente, creo que es un producto de esa situación, o del contexto en el que vivimos. Pero me parece muy curioso que, en realidad, todos los proyectos y, bueno, si de repente digo algo que no les queda pues lo mencionan, pero creo que todos los proyectos en buena medida, con el conocimiento que tengo de cada uno de ustedes, están haciendo cosas que no son necesariamente lo que nos enseñaron en la Academia, como nos dijeron que se tenían que hacer las cosas. En cierto sentido son proyectos un tanto rebeldes. Y creo que eso es interesante y lo pongo un poco en relación con Goeritz, que al final creo que la historia de Goeritz, y de nuevo si me equivoco alguien me puede corregir, pero tengo entendido que Goeritz en realidad tuvo un entrenamiento como Historiador del Arte en Alemania antes de venir a México. Luego paseó por Europa y en realidad se dio cuenta que lo suyo era otra cosa, llegó a México y lo que hizo, por supuesto, fue completamente rebelde, como ya se mencionó, para su contexto. Cuestionó muchos paradigmas que estaban muy enraizados en esta nueva idea de Nación de la que hablaba yo en la presentación, la cual era nueva pero también estaba un poco rancia en cierto sentido. Entonces, lo que me parece muy interesante de todos los proyectos es que en buena medida estamos combatiendo el canon o las formas tradicionales de transmitir conocimiento. Porque al final todos los proyectos hablan de conocimiento y de las distintas formas en las que este se puede transmitir. Quería comentar esto como algo que, me parece, corta transversalmente todo lo que platicamos.
Daniel: Yo le preguntaría a Francisco: ¿nunca te pidieron hacer visita de sitio, o ir a abrazar un árbol?
Francisco: No. (Se ríen)
Daniel: A lo mejor esta pregunta es para Chucho, pero da curiosidad cómo, con un grupo de propuestas tan heterogéneas, tal vez lo brillante sea justo a partir de la lente de Goeritz lograr encontrar un piso común de todos estudiando diferentes aspectos. Yo sí me tomé muy literal el acto, también me tomé muy a pecho, y agradezco mucho la invitación, de resaltar la parte emocional. Quienes me conocen saben que soy una persona un poquito más analítica, me gusta lo abstracto y lo complejo, pero me gustó mucho enfocarme en qué es lo que estaba sintiendo al estar en el Periférico. Pensé en el Periférico como una persona, como ir a ver a un amigo que se quedó en estado de coma y no me puede hablar, pero que voy a visitar todas las tardes para ver cómo está. Lo sentía solito y sentía yo la adrenalina y el estrés de encontrarme en el tráfico. Sentía de repente una de esas emociones que no tienen nombre, cuando estás parado en un lugar solitario y al mismo tiempo estás viendo pasar cientos de coches e imaginas que, dentro de cada uno, hay una persona con estrés, con una historia diferente, etcétera. Y eso me pareció fuerte, todavía no lo digiero y no sé qué pensar al respecto. Puede de repente ser un proyecto cursi, así como ir a abrazar un árbol, ir a abrazar el periférico. Pero creo que hay una conexión entre la emoción subjetiva, nuestra relación con la ciudad y la resiliencia. Les agradezco mucho esa invitación.
Jesús: Sí, justo creo que un desafío es el cómo hablamos de las cosas. O el cómo contamos las historias de las cuales participamos. En este caso justo creo que los ejes, o algunos de los ejes por donde nos estamos moviendo, son la conciencia, el cuerpo y el medio ambiente. Esos son los campos de acción que, en el contexto de un entorno digital, queremos ver de qué forma se van a expresar. Lo digo desde el lado del museo en este diálogo y creo que también esa es justo la pregunta que se hace una institución que apela a la exploración del mundo o, como tal, a la generación del conocimiento desde la exploración. Ya sea historias o de materiales, ya sea antecedentes, de sus entornos y de sus preceptos. Entonces justo creo que el hecho de hacer un reflejo con actores que, creo, están más cerca de lo que a veces nosotros podemos ver, nos hará ir hilando una coreografía colectiva que no sabemos bien cómo se va a expresar en el sitio pero que veremos como irá tomando forma.
Ramiro: Yo empecé mi presentación poniendo de entrada esa cuestión de una no conversación, de algo no tan funcional, o de una supuesta falencia de lo funcional, y lo uní con aquello que se dijo de lo no académico. Pensando en eso, me vino un montón el lenguaje de Goeritz a la cabeza. Tanto sus experiencias de trabajo en cuanto al lenguaje como su relación con esta cuestión poética. También su manera de retomar la palabra de lo poético, analizándola de otra forma y quitándole todo romanticismo. Y literalmente me estaba acordando de su forma de hablar de las cosas, y que, en el fondo, su forma de conversar era vernácula. Goeritz no era teórico. Lo que escribió sobre el manifiesto de arquitectura emocional está escrito, pero a la hora de hablar, Goeritz no era un personaje teórico, era un personaje plenamente práctico. Tanto en su forma de relacionarse como en su forma de relacionar las cosas. Siempre me queda dando vueltas en la mente esa cuestión de relacionar cosas y de animar relaciones supuestamente no lógicas. Me parece muy potente, muy potencial.
Jesús: Completamente. De hecho, viendo, por ejemplo, estos extractos del proyecto de Macia Estudio, justo la idea de un rompecabezas, con piezas separadas pero que son de alguna forma comunes entre sí, se viene a la mente una suerte de componente heterogéneo que está orbitando entre sí, y al final esto es portador de muchísimo sentido y de muchísimo contenido que va más allá de lo formal y esa justo creo que es la extensión que hace un poco el aquel que que se dedica a contar, de nuevo, el mundo. Es un poco la exploración en donde se reintegran las historias y las declaraciones, y donde se comparte a un nivel hoy en día casi más rizomático. Entonces, sí, me gusta muchísimo que lo que pasa, por ejemplo, en estos espacios que están habilitados para el desarrollo de la motricidad infantil, de repente, pueda encontrar un reflejo con áreas que se ven de nuevo en un póster y que, de repente, tenemos simplemente una metáfora visual de eso, pero, a la vez, si nos escapamos de eso un poco y vamos un paso más allá para recorrerlo, nuestros sentidos están siendo desafiados. Yo creo que sí tenemos ahí un rompecabezas en donde, por cuestiones prácticas, la postal se nos hizo un elemento unificador y es bastante certero, sin embargo, el mapeo que hay al interior justo tiene muchísima profundidad, y creo que es esa la intención, ir tratando de encontrar esos intersticios para hablar nuevamente. A veces me pasa que estoy repitiéndome y que luego digo, bueno, ¿dónde están los nuevos puentes?
Elena: Claro. Desde ORU nos interesa mucho la creación de nuevas narrativas, no nuevas en el sentido de innovación, no en el sentido en que tenemos que innovar por innovar, sino en que creemos que la manera en la que hemos venido mirando nuestros contextos y nuestras propias prácticas requieren de transformaciones y reflexiones. Entonces es más hacia allá, hacia cómo podemos precipitar ciertos cambios, que es algo que alguna vez hemos platicado Daniel y yo en el contexto académico. Cómo precipitamos ciertas cosas y a la vez cómo vamos retroalimentando reflexiones hacia objetivos que, creo, no eran los que se tenían antes. Un poco como decía Fran, esta idea del progreso de lo que implica estar en una ciudad y ser un ciudadano para, después, ser un artista, como Ramiro, o un arquitecto, un urbanista. En fin, cómo nos vinculamos para después también entender cómo practicamos en esas lecturas de esos contextos. Entonces esta construcción de nuevas narrativas…
Francisco: Y, sabes, creo que esto que dices, Elena, sobre la innovación, no por la innovación per se, sino por buscar otras formas, me gustó mucho lo que se dijo sobre Goeritz no siendo teórico. Nunca lo había pensado, pero es completamente cierto y, hace rato, hablando de su formación, me quedó claro que él era completamente capaz de ser teórico con la formación que tenía. Lo que pasa es que no quería. Era una decisión consciente el no querer ir por ese lado, el querer generar un discurso que pueda ser asequible, que no se quede de nuevo en la burbuja de la academia. Para mí, en parte, las prácticas – llamémosles arquitectónicas, artísticas, urbanísticas, o lo que sea, las disciplinas – hoy en día esas prácticas innovadoras son aquellas que precisamente no están hablando nada más entre nosotros, sino que permiten que genuinamente la información se disemine, se comparta y se convierta atractiva para todos, no nada más para el círculo de personas que tenemos que entender las disciplinas afines. Entonces, en ese sentido, por ejemplo, pienso evidentemente en el proyecto de Mariana y también un poco en la publicación que nosotros presentamos en algún momento, queriendo hacer una publicación y tratando en la medida de lo posible de no ser académicos, porque si no nadie la iba a leer, aunque pudo haber sucedido, no lo sé. La idea fue ver cómo hacer para que esta información pudiera filtrar esta casi pared que hay entre lo académico y lo práctico cotidiano, y todo lo que sucede en realidad en la ciudad. Y parte de esa forma en la que nosotros procuramos o tratamos de ser innovadores, no lo sé si lo fuimos, fue preguntarnos qué teníamos que hacer para que la gente se sienta atraída por esto. Y ahí pienso en lo lúdico de Mathias Goeritz, lo lúdico de los proyectos de Mariana y Del Distrito. Nos dijimos que esto tenía que ser gráfico, tenía que ser colorido, y tenía que atraer a la gente antes de que se enganchara, digamos, en esto. De ahí que una parte de la publicación es una ilustración que comisionamos a una artista de nombre Arina Shabanova, quién realmente plasmó la historia de estos seis edificios, dentro de los cuales, de hecho, está el Museo Experimental el Eco. Para eso, entrevistamos a David Miranda. En nuestra idea, esto iba a atraer a las personas casi como mosquitos a la publicación y, una vez que le dieran la vuelta, iban a encontrar una conversación. Quizá no un texto muy académico, más bien una conversación casual con alguien que pudiera contarles, así como lo estamos hablando ahorita, cuáles son los aciertos, los desaciertos, los problemas, las felicidades, las infidelidades, de cada uno de estos proyectos, y así poder generar consciencia. Para mí, el acto resiliente en este caso es generar conocimiento. Un poco como lo decía Adriana, ya que básicamente se llama igual el acto. Nuestro acto resiliente se llamaba Haciendo conocimiento público, y de hecho creo que Haciendo conocimiento público aplica para todos, hasta para lo que hace el Eco en su día a día. La cosa es presentar algo que está sucediendo, que es actual, y que pueda romper las barreras académicas que hemos mencionado. Entonces creo que por ahí quizá también hay guiños un poco sobre qué es ser innovador hoy en día.
Elena: Sí, y, el compromiso de definirlo como un acto es porque lo plasmas. En este caso, eran palabras e imágenes los medios para plasmarlo, los cuales hacen que se vuelva bonito ya que cada uno decide cómo lo plasma y con qué herramientas lo hace. Y con respecto a lo que dices, me parece que hay muchas líneas transversales a lo que se presenta. Pero hay una que se menciona varias veces y es el tema del patrimonio. Se menciona, por ejemplo, con Daniel, cuando habla de cómo se plantea el patrimonio, o con Ramiro con el muro. Ciertos elementos van más allá de qué valor tienen oficial, de si el INBA los contempla o no. La gente a pie, como dices, no la persona que se contempla como alguien culto que va a un museo, sino un ciudadano cualquiera, una persona cualquiera, experimenta ese patrimonio. Esto también se vincula con lo que dice Adri, con el tema de las semillas, y con cómo hablamos como si todos supiéramos qué es una milpa, y cómo se hace. Esto de perseguir la milpa está engranado en nuestra identidad, en nuestra cultura, pero en realidad no tenemos ni idea. Hay que perseguirla porque pronto se dan unas ahí, unos maíces en medio de un campo, de un predio baldío, pero pues alguien está ahí cosechando. Tiene que ver con el conocimiento que dices, con cómo se va valorando. Y esta valoración creo que tiene que ser con la resiliencia, si la resiliencia habla de lo que tienes que conservar en momentos de tensiones, como los que vivimos de crisis actual, y cada vez peores, ¿qué conservas? ¿Qué vale la pena conservar? Cada uno de ustedes ha ido respondiendo a eso de alguna forma u otra, a través de la cotidianidad, o de la parte de la mirada infantil, por ejemplo. Ramiro, ibas a decir algo. Ramiro: Ah, sí. En relación con lo que estás diciendo, se me ocurrió, no solo con la obra de Mathias Goeritz, aunque es una excusa, que siempre se nos vuelve a asomar en los diferentes ejercicios, en sus cambios de escalas, en su transversalidad. Personalmente, siempre me regresa la nueva pregunta sobre lo común, sobre qué es lo común, pues. Siempre, en la obra, me pareció fascinante eso. Entonces estaba ahora viendo la imagen con las referencias románticas de Daniel, obviamente la cuestión infantil, la cuestión de la tierra, la cuestión de la comunicación a partir de estos panfletos. Se me hace que esta pregunta renovada sobre qué es lo común es una cosa muy interesante, y me parece a mí, al menos desde mi práctica, como un objetivo pedagógico de cada conversación.
Mariana: Para mí, de repente, resonó muchísimo también la palabra fragmentos. Lo fui viendo en las distintas presentaciones, y en torno a estos fragmentos, de repente, pensamos que el todo puede ser más potente, o más fuerte. Pero justo estos fragmentos, que están esperando a ser preservados y que son parte de nuestra cotidianidad, también me hacen pensar en la democratización del arte y en cómo estas esculturas de Mathias trascienden los espacios cerrados. Pienso en esta idea de hacer accesible una parte experimental de su práctica día a día y en que el hecho de hacer accesible este lado emocional de la escultura urbana o de la arquitectura se vuelve una cadena para que otros artistas y ciudadanos a pie tengan la posibilidad de hacer otros ejercicios emocionales y experimentales. Creo que, para mí, estos fragmentos que se van repitiendo en la ciudad desde distintas disciplinas y desde distintos formatos, dan pie a eso. Desde que para Daniel o para Ramiro fue un acto muchísimo más personal, pero que sus canvas fueron estas grandes estructuras o estos fragmentos del periférico, o estos fragmentos seleccionados y muchísimo más curados para Ramiro, para los demás fueron otros fragmentos vistos desde otro lente. Sí, creo que para mí esa palabra fragmentos y el hecho de volver accesible los canvas emocionales, con el fin de multiplicar los ejercicios exploratorios y experimentales, se volvió algo que me resuena muchísimo. Lo fui viendo en las distintas presentaciones y ahora al reflexionar cómo vamos transfiriendo este conocimiento o este acto personal en algo hacia el otro y en un acto ya muchísimo más público y que se va repitiendo.
Carolina: Adriana, hace ratito tenías la mano levantada.
Adriana: Sí, a ver, le entro. (Se ríe). Estaba respondiendo a una idea medio pasada, pero, lo que me parece súper interesante es de qué forma todos abordamos el espacio público tan diverso, incluso tan diverso como lo hacía Goeritz que, al querer traer el espacio público dentro del Eco, o llevar unas piezas hacia afuera del espacio público, de pronto ese espacio se vuelve como un canvas de acción. A veces pensamos el espacio público mucho para actuar cosas, pero nosotros ahorita estamos demostrando que no es un canvas. No es una hoja en blanco. Estamos apreciándolo como ese espacio, donde suceden las cosas, el cual tenemos que percibir de una forma emocional. Como Daniel recibiendo esos espacios residuales urbanos, y dándoles casi unos sentimientos, o dándoles casi una humanidad. Yo también estoy haciéndolo, con todo el recorrido de la milpa y con todo ese espacio que nos rodea. Es darle ese valor ahora, en vez de ocupar ese espacio agrícola al agregar algo más. Cosa que me parece super interesante también. También en el patrimonio y en la zonificación, no estamos agregando nada, estamos revelando esas cosas de reciprocidad que nos da el espacio público, me pareció algo súper bonito.
Ramiro: Voy a sumar una cosita que me motiva de lo que está diciendo Adriana. Yo tengo una cabeza muy goeritzada, de alguna forma, por diferentes períodos intensos en relaciones de trabajo. Me quedo con algunas narrativas que parecían no tan importantes, quizá, en las presentaciones pero que se me quedaron dando vuelta. Cuando Daniel mencionaba esta cuestión de él haber estado fuera y de re-abordar este espacio, o por otro lado cuando se mencionan las palabras pertenencia, patrimonio y espacio público. Hay algo ahí, como una cuestión, como una extrañeza, como un ser extranjero todo el tiempo, como un impulso ahí. Me parece que es latente y que en la obra de Goeritz es clave también eso. Una especie de extrañamiento. Que, a pesar de estar haciendo espacio público, a pesar de estar haciendo todo eso, hay una especie de extrañamiento – extranjerización suena raro – pero una especie de extrañamiento que en el fondo termina siendo una bienvenida también. Hay algo ahí que quizá no es tan obvio y quizá por eso me quedó dando vuelta ahí en la cabeza, pero que me parece muy bonito.
Jesús: Sí, justo, un poquito retomando a Adriana y a Mariana y yendo también hacia atrás con la idea que sumaba Ramiro sobre lo común: Mariana sobre estos fragmentos, o esta fragmentación – yo diría fragmentación de espacio y de tiempo – y Adriana abonando en un sentido de reciprocidad hacia el espacio. A mí justamente me gusta pensar a veces en qué resonancia genera el Eco, el Eco como un umbral de acciones, y siento que ésta es una especie de coreografía colectiva en donde está desarrollándose un entorno de generación de conocimiento y, tal cual, renovándose el patrimonio con el cual nos acercamos y con el cual nos sentamos aquí a la mesa. La verdad es que tenemos muchísima nostalgia y adrenalina por, de repente, en esta experiencia del presente, con la multiplicidad en donde habitamos, hacer el ejercicio de volver, de volver hacia ese espacio con el amor y con la empatía, con la neutralidad respetuosa de una diversidad total. Esto haría que poco a poco se fuera abriendo a sus formas posibles, a unas nuevas formas en donde justamente pudiese expresarse de un modo más saludable. Porque al final eso es un poco lo que también nos toca hacer. Como museo, o bueno, más allá de museo, más como un espacio de encuentro, nos toca preguntarnos cómo podemos aportar a esta circunstancia que reclama justicia ambiental, que reclama nuevas posibilidades de expresión. Para todos como actores. El hecho es que, a veces, veo esta zona de extrañamiento como una especie de distancia, o de proximidad respetuosa. La veo como un lente donde cambias un poquito de posición pero de repente reflejas un poco la tuya y de repente son como estos movimientos coreográficos en donde la serpiente que va por el periférico está viva. Y sigue viva. Carolina nos platicaba que recuerda cuando iba a la ruta de la amistad y, por ahí se activa la memoria. Se activa todo el sentimiento de habitar la ciudad a niveles de tiempo que desaparecen en un momento dado. Esto es una especie de nébula que está respirando y que va a evolucionar a algo, yo espero que algo muy hermoso.
Elena: Sí. Creo que mencionas tres cosas que se me hacen muy bonitas, y que medio sintetizan varias cosas que ya mencionaron los demás. El tiempo que, a la vez, es algo que estamos haciendo ahora, mirar hacia atrás y hacia adelante al mismo tiempo. Esa capacidad de multiescalaridad de tiempo. Luego se habla mucho de la multiescalaridad espacial, pero creo que es muy bonito colapsar el tiempo en ese sentido, o esa plasticidad temporal. En cuanto a estas conversaciones, por ejemplo, Ramiro diciendo “ésta es mi conversación personal con Mathias”, o Fran con estos edificios y con el mismo museo el Eco. Hay ahí un tema que se me hace muy interesante a seguir explorando. O la milpa, también, o el parque Cuitláhuac, que era un relleno sanitario. Es un poco ese mirar atrás y adelante algo que no se quería nada pero que de pronto lo puede ser todo para una población sin nada. El otro tema es esto que mencionas, lo dijo Ramiro pero también Chucho ahorita, del cambio de punto de vista. Es el dar un paso lateral y ver las cosas un poquito desde una perspectiva. En la foto de Ramiro, que es un poco rara, pero que es atractiva. Como que no acabas de entender dónde está posicionada la cámara. Creo que, en este caso, todos dan un paso lateral. Creo que es un poco lo que decía Fran hace rato, es dar un paso lateral a lo que venimos haciendo y trabajando para verlo desde otra mirada. Y esa observación es la que a mí me parece muy enriquecedora, porque es donde aprendemos. Y esa observación no requiere actuación, necesariamente, sino, es esta reflexión la que es la más jugosa. El no necesariamente actuar, sino verlo. Y, lo último en torno a lo que mencionas ahorita, Jesús, es esta activación y este mirar las cosas que suceden en los espacios. Como decía Adriana, ya existe. Estas funciones existen y pasan y ahí están, las observamos. Creo que hay un tema, que no se ha mencionado, pero que para ORU es importante: lo aleatorio. La aleatoriedad del espacio urbano. Los museos, los teatros, los cines, son lugares donde tenemos controladas las cosas. Están hasta cierto punto controladas, ensayadas y pensadas. Cuando el arte, la cultura, la monumentalidad, la infraestructura, la milpa, lo que quieran, se expande hacia lo urbano, se abre hacia un universo de aleatoriedad. Creo que todos aquí están abiertos a esta aleatoriedad y hacia qué es eso que ofrece. Le pasaba un poco a Daniel, subiéndose al periférico y viendo qué pasa: “¿me puedo situar ahí o no?, ¿puedo ocupar ese espacio casi como si fuera una naturaleza?”, me gusta esa manera de entenderlo. No como el otro, no somos el otro: la naturaleza y la sociedad. Sino somos parte de un sistema, socioecosistema, o como lo queramos ver. Pero tiene que ver con esa aceptación de la falta de control de las cosas, y hasta con promoverlas. Como dice Ramiro: “pues pinto el muro de amarillo, y luego de rojo”, porque así son las ciudades, pasa algo político y cambian de color. Esto se relaciona también con Mathías, con su búsqueda del tema de los colores, con la emoción a través del reflejo y el color. Son ciertos elementos que sí permiten vincular al cuerpo con la ciudad, que es de pronto apabullante.
Jesús: Sí, sé que he estado hablando de más, la verdad es que debería hablar menos (se ríe), pero, quizá sea la formación o, no sé, pero creo que hay una potencia simbólica del antecedente con el que hemos venido avanzando esta conversación entre ORU y el Eco. Me refiero al acto de Jane Jacobs, y me parece que éste no fue ninguna performance. El Ribbon tying, me parece que es algo que logra conectar, con la total heterogeneidad con la que estaba sucediendo y que, aún a cincuenta años, y siendo yo alguien que no tiene que ver con los temas de la discusión sobre ciudad y sobre tejido social y arquitectura, me hace total sentido. Creo que una metáfora epistemológica de todo esto tiene que ver con un Ribbon tying que estamos haciendo desde nuestras posiciones y, como bien dice Elena, también con el hecho de venir desde el pasado, pero también hablando un poco empujando hacia el futuro, en un momento preciso, aleatorio y evanescente.Me gusta muchísimo lo que puede convocar un acto simbólico, y me gusta también esta oportunidad de juntarnos como eso, como un Ribbon tying que no necesariamente tiene la forma pero está por ahí, respirando, en medio de todas nuestras galaxias digitales.
Elena: Sí. Pues no sé si quieran comentar, así como ronda de comentarios finales, cada uno.
Adriana: Yo nomás quiero agradecer esta conversación, porque, qué bonito traer ideas optimistas a la mesa, honestamente. Llevamos muchos meses, o años, de unas crisis apocalípticas, catástrofes, en donde ya no vemos. Vemos nubes, todo es pesimista, y este acto resiliente es un acto optimista de evaluar qué se queda, qué sí vale la pena en esta ciudad de veinte millones de habitantes, que nadie se explica cómo sobrevive. Pero, sí, qué bonito. Es casi como los pensamientos que todos tuvimos cuando empezó el covid, y dijimos: ¿cuál va a ser la nueva normalidad? ¿Qué es lo que sí quiero que se mantenga y lo que no quiero? Esa idea que teníamos del mundo mejor que iba a ser. Creo que son como estas ideas tan bonitas y optimistas, ¿qué se queda? Se quedan esos puentes de Daniel o se quedan esas fotos. Gracias, qué bonito.
Francisco: Sí, yo coincido con Adriana. La verdad, creo que el acto resiliente máximo es esta conversación, o sea, no tanto los actos individuales. Creo que la suma de todos es lo que le da valor al ejercicio y, precisamente, la diversidad de perspectivas. Porque, bueno, esto no lo dije yo pero, pues el futuro es diverso y eso creo que está clarísimo que es así porque lo ha comprobado, a fuerza, básicamente todo lo que sucede hoy en día. Y es cierto que, en buena medida, a veces, si no suceden estos espacios, estos proyectos se quedan como cúmulos que conocen ciertas personas, ciertos círculos, y que no, digamos, que no se difunden. Y creo que, de nuevo, perdón la insistencia, justo la difusión de este conocimiento es, para mí, fundamental. Es el acto fundamental, resiliente. Entonces, pues, lo mismo, gracias y encantado de escuchar todas sus posturas.
Ramiro: No, agradecer nada más la atención, de todas y todos, hacia todos. Nada que agregar, sólo eso. Muchas gracias.
Mariana: Eh, yo también, muchas gracias por la invitación. Me quedo un poco también con lo que dijiste hace rato, Elena. Con esta parte de aleatoriedad que se repite. Y creo que, para todos, son apasionantes los paisajes desconocidos, porque justo en esos paisajes existe un campo de acción infinito de posibilidades desde todos los lentes. Em, pues nada, sí. Muchas gracias. Y qué rica plática.
Daniel: Me gustó mucho el extrañamiento que mencionó Ramiro. Me recuerda justo a este dispositivo cognitivo de la ciencia ficción. La ciencia ficción funciona de manera opuesta a la mayoría de la fantasía, la leyenda, el mito. La fantasía, la leyenda y el mito naturalizan ciertas cuestiones. La ciencia ficción, a partir del extrañamiento cognitivo, las desnaturaliza. Entonces creo que a veces vamos por la vida cotidiana en ese estado de distracción del que hablaba Benjamin, en el que se experimenta la arquitectura, y de vez en cuando necesitamos algo que nos dé una oportunidad de hacer acto de presencia y de ver las cosas con nuevos ojos. Y creo que eso era algo muy presente en la obra de Goeritz, donde no se toman las cosas por sentado, donde lo común de repente toma un matiz, lo vemos bajo una luz diferente. Y no sé si pueda hablar por todos los proyectos que vimos hoy aquí, pero, si viera yo de resaltar algo, sería ese momento de extrañamiento que nos despierta un poquito más, que nos hace un poquito más conscientes sobre la cotidianidad como acto resiliente. Romper la inercia de piloto automático en la que de repente caemos. Gracias.
Elena: Pues muchísimas gracias, a todas y a todos. Estamos super contentos. Muchas gracias, Caro. Equipo ORU, Bernal, Isabel, por todo la investigación y trabajo que hay detrás, y pues obviamente a Jesús por la invitación porque, si no fuera por él no estaría nadie aquí. Y a ustedes por venir y seguirnos la corriente.
Jesús: Gracias a todos, los abrazamos mucho.