Conversación con Alejandro Hernández, editor de Arquine
ET —¿Qué opinas respecto de la práctica arquitectónica de frente a los grandes desafíos actuales?
AH —El problema está en nuestra autodefinición de lo que somos como arquitectos, de la figura del arquitecto o la arquitecta, yo escribí hace poco un texto para Arquine, a partir de una entrevista a Álvaro Siza, donde decía que la arquitectura está falleciendo o disolviéndose, está en grave crisis. Es curioso que la respuesta de Siza, que creo que es un arquitecto que todos por todos lados admiramos, porque hablaba del arquitecto, no de la arquitectura. Decía que las leyes europeas cada vez hacen más difícil que uno tenga este propiedad intelectual sobre el producto de diseño y los concursos y se nos pagan menos. Al final lo que estaba haciendo era equiparar los riesgos, problemas o cambios en la figura profesional del arquitecto, con la arquitectura. Los griegos no tenían la palabra “arquitectura”, no existía. Existía la palabra “arquitecto”, representado por el maestro de obras. Hemos tratado de redefinir constantemente lo que hacemos, de lo que se trata, porque la arquitectura es un invento del arquitecto. Y una de dos, la primera es si asumimos que es todo lo que tenga que ver con cómo los humanos le damos sentido, pensamos para transformar el entorno, que es mi posición, y entonces va desde hacer una fogata, hasta taparte con una bolsa de plástico plástico azul transparente cuando sales del metro y está lloviendo y no llevas paraguas; hasta el Taj Mahal, el Empire State y Álvaro Siza. Esta es una postura donde quedamos como arquitectos en un espectro donde filtramos qué es arquitectura. Jeremy Till nos habla de una versión de la arquitectura que busca cerrar el cerco, por todos los medios, y controlar lo que es arquitectura. Solo de aquí para allá es arquitectura. Pero cuando nos hemos dado cuenta progresivamente que corremos el riesgo de volvernos irrelevantes, ampliamos un poquito el cerco. Entonces, por ejemplo, hace 100 años o un poco más, dijimos no, saben qué, ya no sólo hacemos palacios y catedrales, también hacemos vivienda social. Entonces damos un pasito, bueno un pasote para reclamar ese territorio, y literalmente como conquistadores, decimos ahora tú no lo haces, tú qué antes lo hacías ya no puedes hacer vivienda social si no eres arquitecto. Ese mecanismo de inclusión de lo que estaba fuera de la disciplina y exclusión de los que no son parte de la disciplina, creo que, representa la lógica interna de la disciplina para definir o decir que sí es arquitectura y que no es.
A veces en alguna clase digo que se entiende la arquitectura como tres niveles; uno que es antropológico y es, vuelvo a eso, el que a mí me interesa, como todo lo que hagamos para transformar el entorno físico en el que estamos. Luego está la disciplinar, que también me interesa, que e inventó en algún lugar de Florencia hace 500 años y que aparte es una culpa que la arquitectura como disciplina no quiere enfrentar porque esa idea de arquitectura se universaliza gracias al colonialismo y al imperio europeo. Se tiene esa marca que no se quiere aceptar. En la escuela pasa y seguro a ti también te pasó, a mí me pasó, que yo sabía más de no de álvaro siza porque mezcla no era tan tan tan tan tan tan adelantada pero sabía más de Álvaro Siza, Frank Lloyd Wright y Le Corbusier, que de, no sé, Manuel Amabilis. Por supuesto, sabía más de Egipto que de las pirámides mexicanas, y no sabía mucho de Egipto.
ET —Una ignorancia amplísima.
AH —Sí, entonces yo creo que es un pecado original, digamos en términos teológicos de la arquitectura como disciplina, que ahora mucha gente desde muchos flancos está queriendo atacar pero la disciplina se sigue resistiendo a eso. Tú sigues viendo a las conferencias y las este pláticas y los textos de los arquitectos y arquitectas, pero más arquitectos curiosamente también, del mainstream de la academia siguen manteniendo esta posición y siguen queriendo tapar los hoyos en la muralla, como en la película de la Era del Hielo, que cubrían los hoyitos mientras aparecían. Y luego está el tercer nivel, que es el que me interesa menos, que habla de la arquitectura como profesión. Pero es curioso, arquitectura como disciplina somos nosotros arquitectos y arquitectas auto controlándonos y excluyendo a los que no los consideramos como tales. Cuando hablo de esto pongo la imagen de un cadenero en el Studio 54 en Nueva York. Lo que no entendemos tampoco es que toda profesión, no sólo la arquitectura, ya no es auto regulada, es regulada por el estado. Es el estado quien te dice cuándo sí puedes y cuando no. Como disciplina somos nosotros que los que decimos si eres arquitecto o no, en países como Estados Unidos es clarísimo, donde terminas la escuela y todavía no puedes ejercer como arquitecto, tienes que pasar un un diploma extra que es el estado el que te da permiso ya de ser arquitecto.
En México en general coincide, esto lo deciden las escuelas, que son las que te dicen. Están empalmadas esas dos cosas no pero no son lo mismo. Creo que todas esas cosas, como disciplina y como profesión, son terrenos de bordes difusos. Alguien que cumplió con todo, estudió en la escuela, se graduó, tiene su cédula profesional, pero se dedica a la escenografía, alguien como Ballina, nosotros le decimos que no es arquitecto, ya no lo consideramos arquitecto. Yo mismo desde que entré a Arquine, dejé de hacer concursos y proyectivos y demás, cuando me toca presentarme, en inglés me es más fácil, decir que soy former architect. Fui arquitecto, pero ya no ahora escribo. Entonces creo que es una cosa muy compleja y muy difusa y creo que mucho de lo que está pasando en muchos campos como la academia pero también campo profesional y demás es, coincido completamente contigo respecto al término del control, es nosotros y nosotras, arquitectos y arquitectas, tratando de mantener y recuperar el control sobre lo que hacemos. Faltan dos horas, o yo no sé si ya lo hicieron y yo no lo conozco, pero falta nada para que hagan un programa de esos de inteligencia artificial como los que ahora te dibujan cosas que les dices instrucciones y te hacen un cuadro, para que hagan eso con una casa. Y la gente va a estar feliz con esto, yo conozco un montón de gente que preferiría llegar y decir: yo quiero una casa de estilo mexicano pero pero que tenga algo de tudor, y que esté en el campo pero también en la ciudad, y esos programas se las van a producir. Lo van a enchufar un programa y te va a dar los planos y te va a dar todo el detalle y a lo mejor va a haber un asistente que es el arquitecto que nosotros consideramos menos chido, porque va a ser un asistente que le va a asesorar en eso al cliente, y la gente va a preferir eso que pelearse con un arquitecto que te dice, no, es que tú no sabes, tú no ves cómo vivir bien y yo te voy a decir cómo se vive bien. Y lo que queremos es seguir protegiendo la disciplina, seguir protegiendo nuestro trabajo, finalmente, es de lo que comes. Creo que, por otro lado, lo interesante también es entender que estamos los que queremos seguir manteniendo esas lógicas, pero entendiendo lo que tú dices sobre el control, o sea que vamos a jugar a un juego distinto y que a lo mejor vamos a empezar a apreciar poder jugar ese papel de asistente o de asesor. Así, se podrían ver los dos extremos socioeconómicos, desde Mariana y Jessica que se van a la Sierra a ser asistentes de gente para que recuperen sus conocimientos, hasta el que es más fifí y se va a ir a un centro comercial a hacer lo mismo ahí. Yo creo que es un campo de estudio análisis súper rico porque estamos en ese momento de redefinición de las cosas, de repensar nuestra práctica.
ET —Y tardíamente yo creo, porque ya empezó en otros lados, en el mundo anglosajón, por ejemplo, están escribiendo de esto pero todavía en México la verdad es que poca gente está escribiendo sobre esto desde aquí.
AH —No se si es un defecto, pero como que le quiero dar carga sociopolítica a todo, y pensando en esto creo que en México el tema ronda alrededor de la gran desigualdad, que hace que haya un 20% de la población aislada del resto del mundo, del resto del país digamos. El 10% de 130 millones son 13 millones de personas es Suiza! que tienen recursos y los arquitectos y las arquitectas en la mayoría de los casos trabajamos solo para ellos, digamos que para la espuma. Es por eso que no tenemos o sentimos esa obligación, que ejemplo tienen los españoles que tienen que pensar de otra manera porque la clase media es muy amplia y la clase media está precarizada y como arquitecto tú eres parte de esa clase media precarizada. Claro, en México muchos de los arquitectos del mainstream somos parte de ese 10% y seguimos pensando aislados del 90%, y si volteamos para afuera es porque somos cool, no por otra razón. Entonces, el chiste es que lo interesante es pensar o es investigar si hay alguien que esté pensando en esto en el Poli en en la UAM o en Colima, o si todavía están atrapados, que es muy probable en esta idea de que ellos también quieren ser Álvaro Siza.
ET —Los modelos que siguen te lo dicen, siguen modelos como la UNAM, a veces es la Ibero, pero como es tan lejana pues más bien la UNAM como mediador entre las universidades privadas y las públicas los modelos siguen sin aplicar a cualquier ciudadano.
AH —A mí me gusta mucho cuando Juan Román, el director fundador de Talca, dice que cuando él empezó con esa escuela, estaba el modelo, no se, de la católica de Chile; en esa época cuando la funda todavía no estaba Aravena ahí, pero existía todo ese imaginario de arquitectos super buenos, eso sí pero en otros temas. Talca, según lo que él cuenta, está a no sé cuantos kilómetros de Santiago y es una región pobre y se cuestionaba qué les iba a enseñar a estos chavos o jóvenes a hacer, para no intentar hacer de ellos arquitectos chilenos que quieren ser como el arquitecto italiana, que quiere ser como el arquitecto inglés y así en esa cadena. O le voy a enseñar que su papá que es granjero hace cercas y hace techitos de tablas para las vacas y cómo repensarlos desde su propia tradición. Se me hace súper bonita esa actitud, yo creo que esas escuelas se van a volver la norma tarde o temprano. Esas escuelas operarían también en el contexto chilango, en el contexto de una gran ciudad. Y ahí va tratarse de aprender a hacer eso con block de cemento o a aprender cómo organizas bien un tianguis o cómo aprendes a organizar, porque también es eso, no hay nada mejor organizado espacialmente que un tianguis y ahí caemos de nuevo en que lo que pasa es que ellos no saben y somos nosotros quienes tenemos que diseñarlo. Cuando ves la lógica de cómo se acomodan y como ponen lo que huele de un lado, la ropa del otro, o sea, saben perfectamente cómo hacerlo, tampoco es que sean tarados, para ocupar el espacio.
Haciendo una analogía a lo mejor muy boba yo creo que tendremos que aprender poco a poco o hacer más nutriólogos y menos Enrique Olvera, sabes que esto y esto queda bien, esto y esto te viene mejor para tu salud, esto sí si tienes tendencia diabetes por por tus genética, esto no lo comas, pero no decir sólo yo puedo hacer quesadillas.