Futuros inciertos, de Elena Tudela

 

 

 

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Atlas de riesgos de la arquitectura urbana en México.

Elena Tudela Rivadeneyra.

“Proyecto realizado con apoyo del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales”.

 

“¿Porqué llamarlo ‘atlas’? Como pasa con el Atlas de Mercator, del siglo XVI, la finalidad es transformar una realidad invisible en visible, sustituir un paisaje confuso y caótico por una representación bidimensional capaz de transformar aquella realidad primera, incognoscible, en un objeto de estudio, de conocimiento y de intervención.”

Iñaki Ábalos, “Atlas Pintoresco” Vol.2: Los viajes”, 2008.

Este no es un atlas cartográfico convencional. Su manera de cartografíar es a través de deambular por las ideas, opiniones y conceptos provenientes de diversas fuentes, directas e indirectas, imágenes, diagramas, palabras, citas, que registran y reinventan el territorio de la práctica urbano-arquitectónica hoy. Estos registros visibilizan las múltiples y dispares condiciones de un campo que está en proceso de transición y, así, contribuir a desencadenar potencial para adaptar nuestro quehacer a las condiciones dinámicas, complejas y de urgente atención entre las que nos encontramos. El atlas busca ser abierto, por eso vive en esta página web donde además busca continuar sumando contribuciones y registros nuevos. Contiene diversas posturas, buscando reconocer el valor de la diferencia y la diversidad. Este atlas se preocupa por ampliar el discurso de solidaridad, reconocer la incertidumbre, la precariedad, la heterogeneidad, la diferencia y la crisis como parámetros productivos. Este atlas admite distintas maneras de practicar la arquitectura, el urbanismo y la arquitectura de paisaje, esperando que sea el campo disciplinar el que se adapte a los que lo practicamos y no al revés. Entiende a la formación profesional como el espacio y el tiempo en que se crea una caja de herramientas que para ser puestas a prueba de distintas maneras en la práctica profesional. No tiene una forma estática ni fija, pero puedes encontrar una síntesis de su esqueleto en el apartado de Información, para ayudarte a navegar la información. No pretende ser prescriptivo o dar soluciones, sino plantearse preguntarse que sean pertinentes a la realidad actual. Se compone de tres grandes apartados: observación, métricas y cartografías, donde cada uno cumple una función. La observación apunta a la relevancia de saber hacer uso de nuestros registros sensoriales para aprehender la realidad. Las métricas nos ofrecen lentes conceptuales que nos permiten conocer, evaluar y probar asociaciones entre lo que producimos, independientemente de lo que esto sea, y el contexto en el cual lo hacemos. Las cartografías ponen a prueba relaciones entre conceptos en el territorio a distintas escalas, desde el inmediato hasta el planetario.

“Para contrarrestar la abstracción de la geografía por parte del capitalismo, quienes se preocupan por el cambio climático deben hacer que la Tierra vuelva a ser visible en la conciencia política. Si el borrado de la geografía ha enmarcado una cierta mitología económica sobre la relación humana con el planeta, cambiar esta relación requiere una nueva mitología cultural que, como dicen Frédérique Aït-Touati y Bruno Latour, vuelva a aprender, como Atlas, a llevar el mundo sobre sus hombros, tanto el mundo como todo lo que hay sobre él».

Rania Ghosn y El Hadi Jazairy, “Geostories” 2017.

Los arquitectos, paisajistas, diseñadores urbanos y urbanistas al proyectar por definición operan entre una situación existente y un futuro desconocido. Lo que es probablemente diferente en la actualidad es la inestabilidad ambiental, social, económica y, recientemente, de salud pública, del contexto en el que el diseño se inserta. Esta condición dinámica ha empezado a orillar al diseñador a ceder control, incluir la contingencia en su discurso, considerar posibilidades de no-diseño, incorporar al tiempo como factor de diseño ineludible al espacio y al riesgo como posibilidad en la generación de escenarios deseables. No es la primera vez que la arquitectura aborda la incertidumbre en su práctica. En la década de los años sesenta, por ejemplo, se dio una exploración artística, cultural y espacial alrededor de lo desconocido y azaroso con proyectos como los de los Situacionistas, la psicogeografía de Guy Debord y las utopías radicales de Archigram, Superstudio, Yona Friedman o John Habraken.

 

Hoy las circunstancias globales de riesgos y necesidad de adaptación exigen replantear la relación que mantiene el diseño con la incertidumbre, desde una perspectiva política, crítica y ética, si se busca incidir de forma positiva y justa social y ambientalmente en el territorio. Entre lo indeterminado y la fijación con el control yace un amplio espectro de registros espaciales que permiten experimentar con y en el espacio. ¿Cómo debemos enfrentarnos desde el diseño a escenarios futuros diversos y ambivalentes, deseables y indeseables, que oscilan entre la utopía y la heterotopía foucaultiana, entre el control y la inmunización y la emancipación y la equidad? No es suficiente para la arquitectura el simple hecho de notar que las cosas cambian, nuestra tarea debiera ser influir en la dirección del cambio, reposicionar a la arquitectura como herramienta para encontrar alternativas creativas e innovadoras para organizar la cotidianeidad desde el pluralismo, es decir, para vivir juntos en la ciudad. Las movilizaciones sociales y ambientales recientes anuncian una promesa de organización propia, la creación de redes necesarias en términos globales y locales en contrapeso a las condiciones de autoritarismo digital y físico que han incrementado recientemente. Para los países latinoamericanos, en donde se tiene una alta dependencia de empleos informales, vivienda precaria y se carece de servicios e infraestructura, el riesgo para sus pobladores y ecosistemas asociados es constante y poco monitoreado.

«Mi corazonada es que la arquitectura es la disciplina contingente por excelencia, y si somos capaces de lidiar con esa contingencia en lugar de negarla, la arquitectura puede ser vista como una forma ejemplar de práctica transformadora y de su práctica pueden extraerse lecciones sobre cómo hacer frente a la contingencia. Pero los arquitectos sólo merecerán esta atención si renuncian a sus delirios de autonomía y se comprometen con los demás en sus desordenadas y complejas vidas. Entonces, quizá, el desorden sea la ley».

Jeremy Till, “Architecture Depends”, 2013.

En este contexto la arquitectura comienza a explorar su potencial para reforzar un sentido de comunidad y colectividad entre sujetos humanos y no humanos, empatía, solidaridad y reconocimiento de las poblaciones invisibilizadas y vulnerables. Hoy tenemos la oportunidad disruptiva, quizás temporal y fugaz, de configurar nuevos hábitos y dar cabida a nuevos espacios para la política, la crítica y la ética. Este proyecto de Atlas de riesgos para la arquitectura urbana en México pretende ofrecer un instrumento de navegación para la práctica arquitectónica de cara a los futuros inciertos en nuestras ciudades.

 

La arquitectura debe desempeñar un papel tanto en la defensa de las ideas más expansivas de la expresión artística y de la posibilidad humana y no humana, como en la elaboración de argumentos robustos a través de los cuales expandir, refinar y adquirir resultados reales para comunidades, sujetos y objetos reales. Una de las virtudes de la arquitectura es su capacidad de vincular condiciones cualitativas y cuantitativas. Por ello, la práctica arquitectónica puede ser evaluada por sus efectos a través de métricas, físicas y relativas, visibles e invisibles, estables y efímeras, que contemplen no solo lo estético y sensorial, sino que adquieran una dimensión social, política y técnica.

 

La arquitectura se ha resistido al azar, en su búsqueda por una organización eficiente y duradera. Pero la influencia del azar complejiza la relación entre el diseño, el tiempo y el contexto. Al incorporar el azar en el uso diario, la arquitectura evita interpretaciones predefinidas, generando innumerables variaciones. La noción de constante cambio de los sistemas cuestiona lo que debemos contemplar como relevante en los límites entre objeto y contexto. Sería útil plantear nuevos vínculos entre el diseño, su contexto y las externalidades asociadas, particularmente si incorporamos comportamientos, aspiraciones y objetivos colectivos.

“Las externalidades se han convertido en el tropo organizador del proyecto arquitectónico: sus formas, sus relaciones sistémicas, sus economías y sus escalas. Y diseñar la Tierra con externalidades, proponemos, podría ser la posición necesaria para adoptar en el debate para emancipar la arquitectura en la era del medio ambiente. […] Si adoptamos las externalidades como el tropo organizador, entonces estamos invitados a pensar en regímenes de valoración de lo que llamamos los bienes comunes, la naturaleza, la Tierra y el mundo, que son distintos de lo económico y más allá de la apropiación de la Tierra, a través de actos de violencia, como una propiedad económica. Y en ese sentido, el objetivo último es hacer que la Tierra supere el valor singular del recurso, que asigna un valor de cambio a lo que hemos definido como bienes comunes. Además, tendremos que pensar en algún otro contrato posible en torno a la política y la estética de la Tierra».

Rania Ghosn y El Hadi Jazairy, “Geostories” 2017.

Los atlas de riesgos son instrumentos que sirven como base de conocimientos del territorio y de los peligros que pueden afectar a la población y a la infraestructura en un sitio, pero también son herramientas que permiten hacer una mejor planeación del desarrollo para contar con infraestructura más segura y de esta forma contribuir a la reducción de riesgos de desastres. Este atlas particular explora el territorio de la práctica arquitectónica en México, para contribuir a redirigir el esfuerzo de diseñadores en la generación de impactos más sostenibles y resilientes a futuro. El Atlas de Riesgos para la Arquitectura Urbana en México es un instrumento de referencias urbano-arquitectónicas y sus modos de vincularse con su entorno para abordar el contexto incierto, azaroso y en constante estado de crisis en el que habitamos; a partir de la emergencia de nuevos espacios colectivos para la política, la crítica, la ética y la equidad.

 

Los objetivos específicos del Atlas son:

  • Plantear parámetros y métricas para evaluar y visibilizar cuantitativa y cualitativamente los efectos y consecuencias de nuestra práctica en el contexto ambiental y social.
  • Identificar asociaciones del diseño con lo incierto y azaroso.
  • Sugerir alternativas al diseño “óptimo” a través de la incorporación de procesos adaptables de auto-organización y colectividad que desdibujen la barrera entre las formas de vida y las de vivir.

 

El trabajo cartográfico del atlas recurre una recopilación de registros y sintetiza el potencial que tiene la disciplina del arquitecto y diseñador urbano para practicar con compromiso y responsabilidad frente a los retos urbano-ambientales a distintas escalas. Los riesgos a los que se enfrenta nuestra práctica tienen mucho que ver con nuestra rigidez disciplinar y ceguera consciente o inconsciente de la realidad cambiante y compleja. Espero sea útil pasear por estos registros cartográficos y que te animes a contribuir para que colectivamente demos rumbos nuevos a nuestra práctica frente a los grandes desafíos que tenemos por delante.